Frecuentemente cuando la acción de malos elementos enloda a alguna institución tutelar, se escucha decir que la institución no tiene nada que ver, o que los hechos no alcanzan a la institución, o que la sagrada institución está por encima de algunos malos elementos.
Noticias desde Irlanda y Alemania y antes en Boston, donde se denuncia habituales violaciones contra niños de parte de curas católicos que los tenían bajo su cuidado, nos viene a confirmar que en todos los confines del planeta donde viva o trabaje un curita que haya jurado el santo celibato eclesiástico y luche día a día contra su propia naturaleza animal por cumplir el juramento, estaremos frente a una potencial bomba de tiempo. En el Perú y específicamente en Piura también se han dado casos y por ello se prohibieron los internados en los colegios religiosos y otros.
El celibato es un juramento de castidad, es decir promesa de no hacer uso de las armas, siempre mejor cargadas que el común de los mortales, que mantienen los curitas bajo la sotana. Tiene como finalidad dicen que apartar a los servidores de la iglesia de las cosas mundanas. Pero al contrario sólo consiguen que todo el día anden pensando en hacer aquello que para una persona normal no le ocupa más que un pequeño espacio en el día.
La peligrosa actuación del celibato y los célibes no exime en este caso a su institución, por más santa que esta sea, pues al contrario es una imposición de la propia Iglesia Católica que la convertiría en tercero responsable de tanta atrocidad. cometida. Ay de aquel que escandalizara a un niño! Más le valiera haberse colgado una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar. Repetía Cristo y para los hombres el peor pecado, o crimen en este caso, que se pueda cometer es atentar contra la inocencia de un niño y marcarle el alma y algo más por el resto de sus días. .
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